Esta semana nos abrió los ojos a realidades que normalmente pasan desapercibidas. Trabajamos con el libro Bio Sindicalismo, que nos mostró cómo los trabajos de cuidados (como el de las empleadas de hogar) son esenciales pero poco valorados. También analizamos la Ley 189 y descubrimos que muchas trabajadoras domésticas aún no tienen derechos básicos como el paro o bajas médicas.
La charla de Pascual, un educador social con mucha experiencia, nos impactó especialmente. Nos explicó cómo funciona el sistema de protección de menores, con sus carencias y dificultades. El caso de Belén, una educadora asesinada por menores que el sistema había abandonado, nos hizo ver lo importante que es mejorar estos servicios.
En la parte más práctica, aprendimos a convertir ideas grandes en acciones concretas. Por ejemplo, cómo pasar de "ayudar a personas con discapacidad" a crear talleres específicos o guías para profesores.
Fue una semana intensa que nos dejó claro que detrás de las leyes y las políticas hay personas reales, y que todos podemos hacer algo para mejorar las cosas, incluso desde lo pequeño.
Descripción Detallada por Módulo
Esta semana nos sumergimos en las páginas 10 a 16 del libro Bio Sindicalismo desde los territorios domésticos, un texto que, lejos de ser solo teórico, sacude conciencias. Las autoras plantean una crítica brutal al sistema capitalista que se sostiene sobre trabajos invisibles, especialmente aquellos realizados por mujeres en el ámbito doméstico y de cuidados. No son solo palabras: hablamos de realidades como las empleadas de hogar, muchas migrantes, que dejan a sus propios hijos e hijas al cuidado de otras para poder mantener a sus familias, mientras crían los niños y niñas de clases privilegiadas.
Lo más potente fue ver cómo estas cadenas de explotación no son accidentales, sino estructurales. En el debate en clase, salió a relucir el paralelismo con las trabajadoras de las maquilas en Latinoamérica o las empleadas de hogar en España, que aún luchan por derechos básicos como el paro o la jornada laboral regulada. No es solo un tema de "justicia laboral", sino de cómo el sistema económico se alimenta de cuerpos racializados, feminizados y precarizados.
Aquí entramos en un tema espinoso: ¿cómo las leyes supuestamente hechas para "proteger" a lxs trabajadorxs a menudo dejan fuera a los más vulnerables? La Ley 189 (si es la española, regula empleo de hogar) es un ejemplo claro: hasta hace poco, las empleadas domésticas ni siquiera tenían derecho a desempleo. ¿Cómo puede ser que quienes cuidan a nuestrxs ancianxs o a nuestrxs hijxs no tengan seguridad social como cualquier otro trabajador?
Charla de Pascual: El sistema de protección de menores, una bomba de relojería
Pascual, educador social con años de experiencia, nos dejó a todxs con la piel de gallina. Su charla no fue solo teoría, fue un viaje a las grietas de un sistema que debería proteger a lxs más vulnerables y, en cambio, a menudo los revictimiza.
Empezó explicando los tres niveles de intervención: prevención (que casi no existe por falta de recursos), protección (centros de acogida colapsados) y reforma (donde lxs menores infractores acaban en un limbo entre lo judicial y lo educativo). Pero lo más duro fue escuchar cómo funciona realmente el proceso cuando un menor es denunciado. Si tiene menos de 14 años, va a protección de menores (que ya está saturado). Si tiene más de 14, la fiscalía decide: ¿investigación o archivo? Y si hay medidas judiciales, lo "ideal" es libertad vigilada con tareas comunitarias... pero muchos terminan en centros como el reformatorio de Juslibol, donde la reinserción es una lotería.
Y entonces llegó el caso de Belén. Una educadora social asesinada por tres menores a los que el sistema había fallado una y otra vez. Pascual no lo dijo con rabia, sino con dolor: falta de personal, contratos precarios, equipos desbordados... ¿Cómo podemos esperar que lxs profesionales puedan hacer su trabajo si no tienen medios? ¿Cómo puede un menor "reinsertarse" si pasa por cinco centros distintos en un año porque lxs educadorxs renuncian por burnout?
Metodología: Cuando la teoría se hace práctica
Esta semana presenté sobre cómo viven los mayores gitanos su vejez entre el respeto de su comunidad y la exclusión del sistema. Les conté que muchos no tienen pensiones dignas ni acceso a salud culturalmente adecuada y cómo esta discriminación los va borrando poco a poco.
Al terminar usamos las cartas Dixit para expresar lo que sentíamos.
Esta semana dimos un paso clave en metodología: aprendimos a transformar objetivos generales en metas concretas y accionables. Partimos de esa frase inspiradora que nos guió: "Dotar de apoyos para que las personas con discapacidad alcancen su máximo bienestar físico, mental y social".
El verdadero aprendizaje estuvo en el proceso de desgranar este propósito amplio en objetivos específicos medibles, y luego en acciones operativas concretas. Por ejemplo:
Objetivo Específico 1: "Crear redes comunitarias de apoyo integral para personas con discapacidad"
No se trata solo de ofrecer terapias, sino de construir una auténtica red donde profesionales, familias y la comunidad trabajen juntos. Los objetivos operativos que saque de ese objetivo especifico fueron estos:
- Talleres colaborativos donde psicólogos, trabajadores sociales y voluntarios diseñen planes personalizados.
- Grupos de apoyo entre familias para compartir recursos y experiencias reales.
Objetivo Específico 2: "Transformar espacios educativos en entornos 100% inclusivos"
No vale con "adaptarse", hay que cambiar el sistema desde la raíz:
- Formar a profesores en neurodiversidad (no solo en discapacidad física), con herramientas prácticas para aulas diversas.
- Diseñar materiales didácticos universales (desde apuntes hasta actividades) que sirvan para todos, sin excepciones.
La charla de Pascual me abrió los ojos sobre cómo funcionan realmente estos centros, donde terminan muchos chavales etiquetados como "problemáticos". Lo de Belén fue durísimo, pero más escalofriante es saber que no es un caso aislado. Los educadores intentan ayudar, pero están solos y mal pagados, con ratios imposibles de 1 por cada 12 menores.
Investigué sobre Juslibol y encontré datos que dan qué pensar: usan demasiado el aislamiento para crisis, pero también tienen programas innovadores, como talleres con perros para trabajar el trauma. Esto demuestra que, cuando hay recursos, la reinserción es posible.
Lo que más me caló fue entender que estos chicos no son monstruos, sino víctimas de un sistema que los falló primero. Muchos vienen de hogares rotos o barrios olvidados, y en vez de apoyo, reciben castigos.
Pascual tenía razón: el cambio no viene de leyes frías, sino de gestos humanos. Como ese profesor que no te da por perdido, o ese educador que te escucha de verdad. Ahora, cuando veo al "gamberro" del instituto, me pregunto: ¿qué historia lleva a cuestas? ¿Cómo podría tenderle un puente en vez de juzgarle?
Mi investigación de esta semana...
Los datos revelan una situación compleja en centros como el de Juslibol (Zaragoza). Según el informe de Save the Children (2021), existe una ratio preocupante de 1 educador por cada 12 menores, lo que dificulta la atención personalizada. Además, la Defensoría del Pueblo (2019) documentó el uso excesivo de celdas de aislamiento, con casos de hasta 72 horas continuas.
Sin embargo, también encontramos iniciativas esperanzadoras. El programa con perros de terapia, implementado desde 2020, ha logrado reducir un 30% las crisis violentas, según datos del Gobierno de Aragón (2022).
A nivel nacional, las estadísticas muestran que:
- El 68% de los internos proviene de familias en situación de exclusión social (Fiscalía de Menores, 2023).
- El 40% ha sufrido maltrato infantil antes de ingresar.
- La tasa de reincidencia baja al 15% cuando se aplican programas psicosociales adecuados.
Fuentes verificadas:
- Informe "No es justicia" (Save the Children, 2021)
- Memoria anual de la Fiscalía General del Estado (2023)
- Portal de Transparencia del Gobierno de Aragón
Los lectores escriben sobre la falta de atención psicológica en la sanidad pública, el asesinato de una trabajadora social en Badajoz, el gasto en defensa, y la deshumanización ligada a la tecnología

Los módulos que hemos estudiado cobran vida cuando analizamos casos como el de Belén y el centro Juslibol, en clase aprendimos sobre exclusión social y ahora la vemos materializada en esos 68 de cada 100 menores internos que provienen de familias en situación vulnerable, trabajamos conceptos de intervención social y los reconocemos en la ratio insostenible de 1 educador por cada 12 chicos, discutimos sobre políticas públicas y aquí están los resultados: programas innovadores como la terapia con perros que logran un 30 menos de crisis violentas pero que son la excepción y no la norma, cada dato duro cada historia trágica como la de Belén nos interpela directamente porque demuestra cómo lo teórico se convierte en vida o muerte en oportunidades perdidas o en segundas chances, esta conexión entre aula y realidad es la que nos obliga a no quedarnos en la teoría sino a exigir cambios concretos porque como nos enseñó Pascual la verdadera protección de menores no se construye con discursos sino con recursos suficientes y profesionales valorados.
Aplicando lo aprendido en mi vida
Esta semana me enseñó que el cambio social empieza por lo concreto: en mi día a día, buscaré informarme mejor sobre los recursos disponibles en mi comunidad para jóvenes en riesgo, apoyando con tiempo o difusión a las organizaciones que trabajan en prevención real. Profesionalmente, llevaré esta lección clave: ningún sistema funciona sin recursos adecuados y profesionales valorados, algo que aplicaré sea cual sea mi trabajo futuro. Los datos sobre centros como Juslibol y casos como el de Belén me hicieron ver que la verdadera transformación requiere más que buenas intenciones - necesita compromiso constante. Por eso, me comprometo a no quedarme en la indignación, sino a pasar a la acción, aunque sea en pequeñas formas.
Esta semana nos dejó una huella profunda. Entre los datos crudos de los centros de menores, la memoria de Belén y los destellos de esperanza como los programas que sí funcionan, aprendimos que la justicia social se construye con hechos, no con palabras. Que no olvidemos estas lecciones.
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